Descansa sólo en Dios, alma mía, porque él es mi esperanza; sólo él es mi roca y mi salvación, mi alcázar: no vacilaré.
SALMO 61 2Sólo en Dios descansa mi alma, porque de él viene mi salvación; 3sólo él es mi roca y mi salvación, mi alcázar: no vacilaré. 4¿Hasta cuándo arremeteréis contra un hombre todos juntos, para derribarlo como a una pared que cede o a una tapia ruinosa? 5Sólo piensan en derribarme de mi altura, y se complacen en la mentira: con la boca bendicen, con el corazón maldicen. 6Descansa sólo en Dios, alma mía, porque él es mi esperanza; 7sólo él es mi roca y mi salvación, mi alcázar: no vacilaré. 8De Dios viene mi salvación y mi gloria, él es mi roca firme, Dios es mi refugio. 9Pueblo suyo, confiad en él, desahogad ante él vuestro corazón, que Dios es nuestro refugio. 10Los hombres no son más que un soplo, los nobles son apariencia: todos juntos en la balanza subirían más leves que un soplo. 11No confiéis en la opresión, no pongáis ilusiones en el robo; y aunque crezcan vuestras riquezas, no les deis el corazón. 12Dios ha dicho una cosa, y dos cosas que he escuchado: «Que Dios tiene el poder 13y el Señor tiene la gracia; que tú pagas a cada uno según sus obras».
Cantemos
Oh María, Madre mía, oh consuelo del mortal,
amparadme y guiadme a la patria celestial;
amparadme y guiadme a la patria celestial.
Con el ángel de María las grandezas celebrad; transportados de alegría sus finezas publicad.
Salve Júbilo del cielo del excelso dulce imán; salve hechizo de este suelo triunfadora de Satán.
Quien a ti ferviente clama, halla alivio en el pasar; pues tu nombre luz derrama gozo y bálsamo sin par.
De sus gracias tesorera la nombró tu Redentor; con tal madre y medianera nada temas, pecador.
Pues te llamo con fe viva, muestra, oh Madre, tu bondad; a mi vuelve compasiva tu mirada de piedad.
Hijo fiel quisiera amarte y por ti no más vivir; y por premio de ensalzarte, ensalzándote morir.
Del eterno las riquezas por ti logré disfrutar; y contigo sus finezas para siempre publicar.
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