esperanza puesta en Dios

Oh Jesús, escondido en el Santísimo Sacramento, mi único Amor y Misericordia, te encomiendo todas las necesidades de mi alma y de mi cuerpo. Tú puedes ayudarme porque eres la misericordia misma; en ti toda mi esperanza.

divina misericordia

divina misericordia
algunos salmo para elevar el alma a Confiar en Dios y poner la esperanza solo en Dios.

 A ti, Señor, levanto mis ojos a ti que habitas en el cielo y entre los hijos de los hombres. Levanto mis ojos de donde viene mi esperanza. La esperanza me llega a borbotones de tu inmenso amor, de que no te olvidas nunca de mí. Muchos hombres ponen su esperanza en que tengan suerte en el juego, en que todo les salga bien, en la solución de sus problemas. Mi esperanza es pronunciar tu nombre. Mi alegría se llama conocerte, saber de tu bondad infinita, más allá de donde alcanza mi razón. tú eres una puerta abierta, una ventana llena de luz. cuando los hombres me miran, me preguntan por qué sigo creyendo, por qué tú sigues siendo mi esperanza, me digo: si te conocieran, si supieran sólo un poco de ti, si ellos descubrieran lo que tú me has dado, estoy seguro de que no dirían lo que dicen; pues tú eres maravilloso, acoges mis pies cansados. Por eso, por todo y por siempre, tú, señor, eres mi esperanza. Amén

salmo61
2Sólo en Dios descansa mi alma, porque de él viene mi salvación; 3sólo él es mi roca y mi salvación, mi alcázar: no vacilaré. 4¿Hasta cuándo arremeteréis contra un hombre todos juntos, para derribarlo como a una pared que cede o a una tapia ruinosa? 5Sólo piensan en derribarme de mi altura, y se complacen en la mentira: con la boca bendicen, con el corazón maldicen. 6Descansa sólo en Dios, alma mía, porque él es mi esperanza; 7sólo él es mi roca y mi salvación, mi alcázar: no vacilaré. 8De Dios viene mi salvación y mi gloria, él es mi roca firme, Dios es mi refugio. 9Pueblo suyo, confiad en él, desahogad ante él vuestro corazón, que Dios es nuestro refugio. 10Los hombres no son más que un soplo, los nobles son apariencia: todos juntos en la balanza subirían más leves que un soplo. 11No confiéis en la opresión, no pongáis ilusiones en el robo; y aunque crezcan vuestras riquezas, no les deis el corazón. 12Dios ha dicho una cosa, y dos cosas que he escuchado: «Que Dios tiene el poder 13y el Señor tiene la gracia; que tú pagas a cada uno según sus obras».

COMENTARIO AL SALMO 61 [La Biblia de Jerusalén da a este salmo el título de Dios, la única esperanza. Salmo didáctico: malicia de los hombres, nada de las creaturas, vanidad de las riquezas, imparcialidad del Juez celeste. Los vv. 3 y 7 son un estribillo.- Para Nácar-Colunga el título de este salmo es Sólo en Dios hay que esperar. En medio de la lucha intestina que se desarrolla en Israel, el salmista pone en Dios su confianza; en Él están el poder y la misericordia; Él dará a cada uno según sus obras. Los impíos maquinan contra el salmista, que se siente seguro adherido a su Dios.] * * * Sólo en Dios hay que esperar Como en el salmo 4, se expresa aquí la más ciega confianza en el Dios único, verdadero valedor para el salmista, incomprendido y hostilizado por doquier. El título (v. 1) lo atribuye a David, y, en ese supuesto, las circunstancias de la rebelión de Absalón o de Sebá darían pie para esta bella composición poética, en la que se exhorta al pueblo a poner su confianza no en las riquezas ni en los medios terrenos, sino sólo en Dios, fuente de justicia y de poder. En medio de las intrigas y asechanzas, sólo queda la esperanza de la protección de Yahvé. No pocos autores ven en este salmo un marcado sello de acción de gracias, con no pocas concomitancias con los salmos de tipo sapiencial. Podemos dividirlo en tres partes: a) confianza en Dios frente a las asechanzas e hipocresías de los enemigos, vv. 2-5; b) exhortación a confiar en Dios y no en los hombres, vv. 6-10; c) el poder está únicamente en Dios, y no en las riquezas, vv. 11-13. A pesar de las persecuciones, el alma del salmista se siente segura, porque sabe que tiene la protección divina. Con toda valentía echa en cara a sus enemigos sus hipocresías y conjuras, que no han de tener efecto, porque sobre ellos está la omnipotencia de Yahvé, que le defiende. Las dos primeras estrofas están precedidas de un refrán que repite la misma idea (vv. 2-3 y 6-7): el alma del salmista se siente segura en Yahvé, que es su «roca» y su «alcázar», inaccesible a los enemigos. Una vez declarada la seguridad de su alma y su quietud de espíritu, invita a los demás a refugiarse confiadamente en el que todo lo puede. El estilo es rico en metáforas vigorosas, que dan colorido a la composición. Desde el punto de vista estilístico, no hay objeciones serias contra su supuesto origen davídico, aunque no pocos críticos modernos retrasen su composición a la época sapiencial. Confianza en Dios (vv. 1-5). Antes de protestar por las añagazas de sus enemigos, el salmista declara que su confianza plena está en su Dios, y en Él encuentra reposo, ya que tiene la experiencia de haberle liberado de situaciones más comprometidas. Adherido a Yahvé, se siente como en una roca o alcázar inaccesible, desde la que puede desafiar todos los injustos ataques de sus adversarios; por eso no vacilará un momento, pues tiene el pie en lugar seguro. Se siente perseguido, y este ataque es sistemático y reiterado, ya que se unen contra él como hombres que juntos fuerzan una pared inclinada en la que se ha abierto ya brecha (v. 4). No concreta el género de hostilidad de que es objeto, pero el contexto insinúa que se trata de asechanzas malévolas y traidoras, quizá porque les da en rostro su virtud. En su proceder doble, salvan las apariencias bendiciéndole con la boca, pero odiándole y maldiciéndole en su corazón (v. 5). Hipócritas redomados, creen engañarle con su aduladora conducta cuando están tramando su ruina. Exhortación a confiar en Dios y no en los hombres (vv. 6-10). De nuevo se declara la total confianza en el que le otorga protección segura. Llevado de su experiencia al amparo de Dios, invita el poeta al pueblo a mostrarse también confiado contra toda adversidad. Parece que aquí el salmista habla al pueblo, reunido en asamblea, para que exprese sus sentimientos de gratitud al Señor en una generosa efusión de sus corazones, pues siempre encontrarán defensa y asilo en la mano poderosa de Yahvé (v. 9). Nadie puede competir en poder con Yahvé: tanto los de la clase baja como los de la clase alta de la sociedad son como un soplo, y, puestos en una balanza, no pueden contrapesar con sus promesas y mentiras, sino que suben y desaparecen como un soplo (v. 10) por no tener fuerza y sustancia que les dé lastre frente a Dios. Sus asechanzas, pues, y sus cavilaciones no deben amedrentar al que confía en Dios. No se debe confiar en las riquezas, sino sólo en Dios (vv. 11-13). Los fuertes procuran aumentar sus riquezas recurriendo a la violencia y a la opresión del débil. La opulencia conseguida con injusticias es inconsistente, ya que no tiene la bendición divina, y, por tanto, está expuesta a las mayores decepciones. El corazón del hombre debe estar por encima de todas las riquezas, ya que encuentra su único centro en Dios. Sólo Él puede aquietar sus profundas ansias espirituales. «Una vez habló Dios, y estas dos cosas le oí: que Dios...» (v. 12): El salmista ha oído la voz de Dios en la conciencia, que le dice que el poder proviene únicamente del Omnipotente, quien, por otra parte, retribuye a cada uno según sus obras (v. 13). El camino de la rectitud es el único que lleva a la felicidad, pues el hombre virtuoso camina bajo la protección y bendición de Dios.
para seguir leyendo ver fuente: www.franciscanos.org/

Santa Faustina Ruega por nosotros

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